9 RELIGIÓN TALLER PARO AGOSTO 8 DE 2015
LA CONCIENCIA SOCIAL DE LA IGLESIA INICIADA EN LA BIOGRAFÍA DEL PAPA
PAULO VI
Hijo de un abogado y de una piadosa mujer,
Giovanni Battista Montini nació en Concesio, cerca de Brescia, el 26 de
septiembre de 1897. Desde pequeño Giovanni se caracterizó por una gran timidez,
así como por un gran amor al estudio. Acogiendo
la llamada sacerdotal, Giovanni ingresó a los 19 años al Seminario de Brescia.
Ordenado sacerdote del Señor el 29 de mayo de 1920, cuando tenía cumplidos 23
años, se dirigió a Roma para perfeccionar allí sus estudios teológicos. Allí
mismo realizó estudios también en la academia pontificia de estudios
diplomáticos y en 1922 ingresó al servicio papal como miembro de la Secretaría
de Estado. En mayo de 1923 se le nombró secretario del Nuncio en Varsovia,
cargo que por su frágil salud tuvo que abandonar a finales del mismo año. De
vuelta en Roma, y trabajando nuevamente en la Secretaría de Estado de la Santa
Sede, el padre Montini dedicó gran parte de sus esfuerzos apostólicos al
movimiento italiano de estudiantes católicos (1924-1933), ejerciendo allí una
importante labor pastoral. En 1931, a sus 32 años, le era asignada la cátedra
de Historia Diplomática en la Academia Diplomática. En 1937 fue nombrado asistente del Cardenal
Pacelli, quien por entonces se desempeñaba como Secretario de Estado. En este
puesto de servicio Monseñor Montini prestaría un valioso apoyo en la ayuda que
la Santa Sede brindó a numerosos refugiados y presos de guerra. Arzobispo y cardenal preparando el Concilio
Vaticano II En 1944, ya bajo el pontificado de S.S. Pío XII, fue nombrado
director de asuntos eclesiásticos internos, y ocho años más tarde,
Pro-secretario de Estado. En 1954, el
Papa Pío XII lo nombró Arzobispo de Milán. El nuevo Arzobispo habría de
enfrentar muchos retos, siendo el más delicado de todos, el problema social.
Entregándose con gran energía al cuidado de la grey que se le confiaba,
desarrolló un plan pastoral que tendría como puntos centrales la preocupación
por los problemas sociales, el acercamiento de los trabajadores industriales a
la Iglesia, y la renovación de la vida litúrgica. Por el respeto y la confianza
que supo ganarse por parte de la inmensa multitud de obreros, Montini sería
conocido como el "Arzobispo de los obreros". En diciembre de 1958 fue creado Cardenal por
S.S. Juan XXIII quien, al mismo tiempo, le otorgó un importante rol en la
preparación del Concilio Vaticano II al nombrarlo su asistente. Durante estos
años previos al Concilio, el Cardenal Montini realizó algunos viajes
importantes: Estados Unidos (1960); Dublín (1961); África (1962).
(SOBRE EL PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
Sumo Pontífice con Apretado Programa Apostólico.
Su pontificado El Cardenal Montini contaba con 66 años cuando fue
elegido como sucesor del Pontífice Juan XXIII, el 21 de junio de 1963, tomando
el nombre de Pablo VI. Tres días antes de su coronación, realizada el 30 de
junio, el nuevo Papa daba a conocer a todos el programa de su pontificado: su
primer y principal esfuerzo se orientaba a la culminación y puesta en marcha
del gran Concilio, convocado e inaugurado por su predecesor. Además de esto, el
anuncio universal del Evangelio, el trabajo en favor de la unidad de los
cristianos y del diálogo con los no creyentes, la paz y solidaridad en el orden
social —esta vez a escala mundial—, merecerían su especial preocupación
pastoral. En torno al Concilio Vaticano
II El Papa Pablo VI y el Concilio Vaticano II.
El pontificado de Pablo VI está profundamente vinculado al Concilio,
tanto en su desarrollo como en la inmediata aplicación. En su primera encíclica, la
"programática" Ecclesiam suam, publicada en 1966 al finalizar la
segunda sesión del Concilio, planteaba que eran tres los caminos por los que el
Espíritu le impulsaba a conducir a la Iglesia, respondiendo a los "vientos
de renovación" que desplegaban las amplias velas de la barca de Pedro.
Decía él mismo el día anterior a la publicación de su encíclica Ecclesiam suam:
El primer camino «es espiritual; se refiere a la conciencia que la Iglesia debe
tener y fomentar de sí misma. El segundo es moral; se refiere a la renovación
ascética, práctica, canónica, que la Iglesia necesita para conformarse a la
conciencia mencionada, para ser pura, santa, fuerte, auténtica. Y el tercer
camino es apostólico; lo hemos designado con términos hoy en boga: el diálogo;
es decir, se refiere este camino al modo, al arte, al estilo que la Iglesia
debe infundir en su actividad ministerial en el concierto disonante, voluble y
complejo del mundo contemporáneo. Conciencia, renovación, diálogo, son los
caminos que hoy se abren ante la Iglesia viva y que forman los tres capítulos
de la encíclica». Sesiones del Concilio
Vaticano II y varios viajes apostólicos Cronología del Concilio bajo su
pontificado. El 29 de setiembre de 1963
se abre la segunda sesión del Concilio. S.S. Pablo VI la clausura el 4 de
diciembre con la promulgación de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia.
En enero de 1964 (4-6), S.S. Pablo VI realiza un viaje sin precedentes a
Tierra Santa, en donde se da un histórico encuentro con Atenágoras I, Patriarca
de Jerusalén.
(SOBRE EL PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
El 6 de agosto de 1964, S.S. Pablo VI publica su encíclica programática
Ecclesiam suam. La tercera sesión
conciliar duraría del 14 de setiembre hasta el 21 de noviembre de 1964. Se
clausuraba con la promulgación de la Constitución sobre la Iglesia. En aquella
ocasión proclamó a María como Madre de la Iglesia. Entre la tercera y cuarta sesión del Concilio
(diciembre 1964), S.S. Pablo VI viaja a Bombay, para participar en un Congreso
Eucarístico Internacional. El 4 de
octubre, durante la cuarta y última sesión del Concilio, viaja a Nueva York a
la sede de la ONU, para hacer un histórico llamado a la paz mundial ante los
representantes de todas las naciones. El
7 de diciembre de 1965, un día antes de finalizar el gran Concilio, el Papa
Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hacen una declaración conjunta por la que
deploraban y se levantaban los mutuos anatemas —pronunciados por representantes
de la Iglesia Oriental y Occidental en Constantinopla en 1054, y que marcaban
el momento culminante del cisma entre las Iglesias de oriente y la de
occidente—. El 8 de diciembre de 1965
confirmaba solemnemente todos los decretos del Concilio, y proclamaba un
jubileo extraordinario, el 1 de enero al 29 de mayo de 1966, para la reflexión
y renovación de toda la Iglesia a la luz de las grandes enseñanzas conciliares. El Post-Concilio La aplicación del Concilio:
la época post-conciliar Culminado el gran Concilio abierto al tercer milenio,
se iniciaba el difícil periodo de su aplicación. Ello exigía un hombre de mucha
fortaleza interior, con un espíritu hondamente cimentado en el Señor; hombre de
profunda oración para discernir, a la luz del Espíritu los caminos seguros por
donde conducir al Pueblo de Dios en medio de dificultades propias de todo
proceso de cambio, de adecuación, de renovación... propias también de la furia
del enemigo, cuyas fuerzas buscan prevalecer sobre la Iglesia de Cristo. Lo que a S.S. Pablo VI le tocó vivir como
Pastor universal de la grey del Señor, lo resume el Papa Juan Pablo II en un
valiosísimo testimonio, pues él —como dice él mismo— había podido «observar de
cerca» su actividad: «Me maravillaron siempre su profunda prudencia y valentía,
así como su constancia y paciencia en el difícil período posconciliar de su
pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar una
tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos más críticos,
cuando parecía que ella era sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza
inconmovible en su compactibilidad» (Redemptor hominis 3.). (SOBRE EL PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS
PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
Otras tareas y el primer Papa en América Otras Labores de su Pontificado.
El Papa
Montini tuvo también una gran preocupación por la unión de los cristianos,
causa a la que dedicó no pocos esfuerzos, dando así los primeros pasos hacia la
unidad de todos los cristianos. Por otro
lado, fomentó con insistencia la colaboración colegial de los obispos. Este
impulso se concretaría de diversas formas, siendo las más significativas el
proceso de consolidación de las Conferencias Episcopales Nacionales en toda la
Iglesia, los diversos Sínodos locales y también los Sínodos internacionales
trienales. Durante su pontificado los temas tratados en estos Sínodos
episcopales fueron: el sacerdocio (1971);
la evangelización (1974); la
catequesis (1977). Otro hito importante
de su pontificado lo constituye el viaje realizado al continente americano para
la inauguración de la II Conferencia general del Episcopado Latinoamericano,
siendo ésta la primera vez que un Sucesor de Pedro pisaba tierras americanas.
(SOBRE EL PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
Su peculiar doctrina Las enseñanzas al Pueblo de
Dios.
S.S. Pablo VI ha dejado un
rico legado en sus muchos escritos. Dentro de esta larga lista cabe resaltar a
la encíclica Populorum progressio, la cual trata sobre el tema del desarrollo
integral de la persona. Esta encíclica fue la base para la Conferencia de los
Obispos latinoamericanos en Medellín. También merece ser especialmente
mencionada la exhortación Evangelii nuntiandi, carta magna de la
evangelización, que pone enfáticamente el anuncio de Jesucristo en el corazón
de la misión de la Iglesia. Para muchos, esta carta vino de algún modo, a
completar y profundizar la Gaudium et spes. Además, constituyó el telón de
fondo de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en Puebla. La encíclica programática Ecclesiam suam –la
primera que escribió— es asimismo, de gran importancia. Manifiesta que de la
«conciencia contemporánea de la Iglesia —nos dice S.S. Juan Pablo II—, Pablo VI
hizo el tema primero de su fundamental Encíclica que comienza con las palabras
Ecclesiam suam; (...) Iluminada y sostenida por el Espíritu Santo, la Iglesia
tiene una conciencia cada vez más profunda, sea respecto de su misterio divino,
sea respecto de su misión humana, sea finalmente respecto de sus mismas
debilidades humanas: es precisamente esta conciencia la que debe seguir siendo
la fuente principal del amor de esta Iglesia, al igual que el amor por su parte
contribuye a consolidar y profundizar esa conciencia. Pablo VI nos ha dejado el
testimonio de esa profundísima conciencia de Iglesia. A través de los múltiples
y frecuentemente dolorosos acontecimientos de su pontificado, nos ha enseñado
el amor intrépido a la Iglesia (...)» (Redemptor hominis, 3).Son muy
significativas también todas las enseñanzas dadas con ocasión del Año Santo de
la Reconciliación, en 1975, lo que queda manifiesto en una importante
exhortación apostólica: La reconciliación dentro de la Iglesia. Por otro lado,
es también de especial importancia El Credo del Pueblo de Dios. En él, el Papa
Pablo VI hace una hermosa profesión de fe, que reafirma las verdades que el
Cuerpo místico de Cristo cree y vive, tomando así una firme postura ante los no
pocos intentos de agresión que sufría la fe cristiana. La herencia que ha
dejado a la Iglesia con todos sus escritos es invalorable.
(SOBRE EL
PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
Iluminando la Plenitud Humana de Vida próximo ya a
su Muerte.
Su Tránsito a la Casa del Padre
Su Santidad Pablo VI, luego de su incansable labor en favor de la
Iglesia a la que tanto amor mostró, fue llamado a su presencia por el Padre
Eterno, el 6 de agosto de 1978, en la Fiesta de la Transfiguración (que
curiosamente fue también la fecha de la publicación de la encíclica que
anunciaba el programa de su pontificado). Acaso el Señor mismo, con este signo
de su amorosa Providencia, quiso rubricar con sello divino aquello que el Santo
Padre, pocos años antes, había escrito en una preciosa exhortación apostólica
sobre la alegría cristiana: «...existen muchas moradas en la casa del Padre y,
para quienes el Espíritu Santo abrasa el corazón, muchas maneras de morir a sí
mismos y de alcanzar la santa alegría de la resurrección. La efusión de la
sangre no es el único camino. Sin embargo, el combate por el Reino incluye
necesariamente la experiencia de una pasión de amor (...) «per crucem ad
lucem», y de este mundo al Padre, en el soplo vivificador del Espíritu»
(Gaudete in Domino, 37). Y ciertamente, el Padre Eterno quiso que este hijo
suyo, habiendo pasado por muchos sufrimientos y habiendo entregado
ejemplarmente su vida en el servicio amoroso a la Iglesia, pasase "de la
cruz a la luz" en el día en que la Iglesia entera celebraba la gran Fiesta
de la Transfiguración, que indica esperanzada la meta final a la que conduce la
muerte física de todo cristiano fiel. Y él —como dijera S.S. Juan Pablo I—
había transitado ese camino de modo ejemplar: «(...) en quince años de
Pontificado, este Papa ha demostrado no sólo a mí, sino a todo el mundo, cómo
se ama, cómo se sirve y cómo se trabaja y sufre por la Iglesia de Cristo». Él mismo, vislumbrando ya esta magnífica
realidad, dejaría escrito para todos en su "Testamento": «Fijo la mirada en el misterio de la muerte y
de lo que a ella sigue a la luz de Cristo, el único que la esclarece; miro, por
tanto, la muerte con confianza, humilde y serenamente. Percibo la verdad que
ese misterio ha proyectado siempre sobre la vida presente y bendigo al vencedor
de la muerte por haber disipado en mí las tinieblas y descubierto su luz. »Por ello, ante la muerte y la separación
total y definitiva de la vida presente, siento el deber de celebrar el don, la
fortuna, la belleza, el destino de esta misma fugaz existencia: Señor, te doy
gracias porque me has llamado a la vida y más aún todavía porque me has
regenerado y destinado a la plenitud de la vida».
(SOBRE EL PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
Su magisterio Pontificio
1.
Encíclicas:
Ecclesiam suam (6-8-1964), sobre los caminos que la Iglesia Católica
debe seguir en la actualidad para cumplir con su misión.
Mysterium fidei (3-9-1965), sobre la doctrina y culto de la Santa
Eucaristía.
Populorum progressio (26-3-1967), sobre la necesidad de promover el
desarrollo de los pueblos.
Sacerdotalis caelibatus (24-6-1967), sobre el celibato sacerdotal.
Humanae vitae (25-7-1968), sobre la regulación de la natalidad.
2.
Exhortaciones apostólicas:
Marialis cultus (2-2-1974), sobre la recta ordenación y desarrollo del
culto a la Santísima Virgen.
Petrum et Paulum
Gaudete in Domino (9-5-1975), sobre la alegría cristiana
Evangelii nuntiandi (8-12-1975), acerca de la evangelización en el mundo
contemporáneo.
3.
Cartas apostólicas:
Octogesima adveniens (1971), con ocasión del 80 aniversario de la
encíclica Rerum novarum.
4.
Declaraciones:
Persona humana (29-12-1975), acerca de algunas cuestiones de ética
sexual.
Inter insigniores (15-10-1976), sobre la cuestión de la admisión de las
mujeres al sacerdocio ministerial.
5.
Otros:
Constitución apostólica Paenitemini (17-2-1966), sobre el valor de la
penitencia individual.
El "Credo del Pueblo de Dios" (30-6-1968).
(SOBRE EL PÁRRAFO ANTERIOR, HACER DOS PREGUNTAS ICFES TIPO CUATRO IV).
FINAL DE TALLER…